Recuerdo… cuando yo era muy jovencita – adolescente – que una de las primeras personas que «aterrizó» de «color» (es decir: NEGRA), por Zaragoza (en aquellos años tan apenas había extranjeros por la ciudad; solo la habitaban aragoneses con alguna mezcla de vascos, navarros, franceses y castellanos), fué mi amiga desde el primer momento en el que nos conocimos.
Era una africana – angoleña – oscura como la noche.
Estaba sola en la discoteca- horario de tarde – a la que solíamos ir nuestro grupito y, a la que yo, me escapaba después del instituto  sin conocimiento de mis padres (lo de “esta tarde me voy a casa de una compañera a estudiar” da buen resultado si, después, se sacan buenas notas 😉 )….
Alicia (así se llama) tenía algunos años mas que nosotros pero.. ante la novedad (de su color) nos acercamos para invitarla a que se uniera a nuestra panda.
La mayoría de mis amistades, viéndola,  rememoraban las películas de la TV (se imaginaban a una Kunta-Kinte-en mujer  bailoteando) y.. nos encontramos con una gran sorpresa: ¡¡ Era una médica recién licenciada, en Lisboa,  que había accedido a una beca de intercambio entre España y Portugal ¡!  (Imperio Luso: ex colonizadores de Angola).
A todos se nos abrieron los ojos como platos.  Y creo – NO;  estoy segura – de que aperturamos nuestras mentes a la interacción racial en un momento en el que esto, socialmente,  no existía (época post-franquista; principios de la democracia).
Yo fui madrina de su boda, eclesiástica/romana, al cabo de unos años (se casó con un navarro, residente en Zaragoza, rubio, de ojos azules), tía “postiza”/mimadora de sus dos hijas (preciosísimas mulatas a las que los abuelos – retrógrados franquistas – teñían de rubio para que parecieran mas claras) y…  siempre agradeceré haberla conocido.
No por élla misma (que también; por supuesto) sino por el significado – interracial – de esa amistad.  Por su mediación, a una edad temprana – en una época “cerrada” -,  conocí angoleños, portugueses, filipinos, guineanos, indios estadounidenses, costamarfileños,…
Cuando, unos cuantos años después, comencé a llevar Extranjería (curro)… para mí era tan natural tratar con personas ajenas a mi idiosincrasia, ideología, religión o raza…  que mis compañeros de gabinete se quedaban sorprendidos… y, para mí, era una sorpresa que se sorprendieran 😀
Han pasado los años…  perdí el contacto con esta maravillosa amiga (gracias a mi primer ex; un poli/gili  que solo sabía JODER de esa forma; porque –pobre – de la “otra” no podía…  😉 😉 ) pero… en esta, mi, casita virtual… tengo que romper una lanza por alguien que me abrió la mente a otras cosas que no fueran el color blanco de la piel y el rubio de los cabellos.
Un recuerdo:  una lección…
Mucha gente – mundi/spanish – me pregunta: “¿Porqué tienes tantas amistades extranjeras?”.
Y.. no sé qué responderles..
¿Quizá es por que, en mi primera juventud – la que mas te marca la personalidad -, yo socializaba , de forma natural, con toda clase de nacionalidades sin darme cuenta, siquiera, de que no eran ni de mi país ni de mi raza…?
Posiblemente.
Todos somos hijos de la misma Tierra.  Todos somos hijos de la misma Eva.  Nadie es mejor que nadie ni peor que nadie.  Y quién crea en Dios + sus enseñanzas… todos somos Hermanos ¿no?.
”Paseando” por la vida… querré, simplemente, a quién me quiera…
¡¡ FELIZ SEMANA !!