Las 10 de la noche.
Pleno confinamiento (porque lo dice el Gobierno).
A mi perro (de raza pequeña: mezcla de pekinés con pomerano) le coloco su arnés y su correa. Yo me pongo los guantes de látex y una braga/cuello de algodón para cubrir nariz y boca (creo que soy inmune; pero, pese a todo, respeto lo preestablecido por el miedo, la precaución y.. los ataques psicóticos de la plebe).
Salgo a la calle.
Y… oigo gritos !!!
Una mujer, a la que sólo conozco de vista (vecina del barrio,) me pregunta que si llevo el móvil (celular) encima.
Le digo que sí, y me pide que «por favor, llame a la policía; ¡urgente!; ¡¡ ya; ya; ya !!».
Me acerco y veo a otra mujer (no sé calcular la edad; quizá: ¿unos sesenta y pocos?) que está en pijama y zapatillas de estar por casa, en plena calle.. con sus brazos sangrantes y llena de moratones.
Nos cuenta que su pareja la ha agredido salvajemente y que, por favor, llame a la policía ya que élla no tiene teléfono ni forma alguna de comunicar con ese estamento (!lástima de las cabinas que ya no funcionan! 😦 ).
Obviamente, lo hago. ¿Cómo no?.
La verdad es que, cuando voy a comprar o saco a mi perro, no suelo llevar el móvil, pero ¡casualidad o destino! esta noche sí me lo eché al bolsillo.
Tanto la telefonista que me atendió como los policías que, en breves minutos, aparecieron.. ¡ geniales !. Enseguida se hicieron cargo del tema y a la otra «mami» de perritos y, a mí, nos dijeron «seguid paseando a vuestros perros; esto lo solucionamos nosotros…»
Os cuento ésto que ha pasado HOY, que he vivido en carne propia (esta misma noche), porque el confinamiento evitará contagios (no lo dudo) pero… ¿cuántos muertos acarreará por otras razones…? ¿nos lo contarán..? ¿lo sabremos después..?.
Yo todavía estoy triste después de haber pasado por esta experiencia…. :´(